
ComplianceKeys#26: Compliance, ética empresarial y cultura organizacional.
La experiencia demuestra que el verdadero valor de una organización no solo reside en sus resultados, sino en su compromiso con el cumplimiento normativo, la ética, y la cultura organizacional.
Durante la última década, varias de las compañías internacionales más reconocidas en el mercado se vieron involucradas en sonados escándalos, precisamente en una etapa en la que el Compliance comenzaba a consolidarse como un aliado estratégico para las organizaciones y como la principal respuesta frente a la proliferación de conductas empresariales carentes de toda ética.
Las malas prácticas que se detectaron en diferentes sectores (como el financiero, el automovilístico, el bancario, entre otros) se tradujeron en dimisiones de directores, paralización de ventas, acumulación de stocks, multas y sanciones legales que ascendían a millones de euros, pérdida de inversores, así como en un daño reputacional inmenso. Aunque sea muy difícil de cuantificar, el daño reputacional aparea como consecuencia la pérdida de confianza de los clientes, la reducción de oportunidades comerciales, y en última instancia, puede hasta poner en riesgo la continuidad del negocio.
Estas consecuencias ponen de manifiesto que no basta con reaccionar ante las sanciones o los daños reputacionales una vez ocurridos, sino que resulta imprescindible integrar mecanismos preventivos y principios rectores en la gestión diaria de las organizaciones.
De ello se desprende cómo la ética y el cumplimiento normativo deben convertirse en pilares esenciales en la gestión empresarial actual, y no solamente se debe aspirar a una cultura empresarial orientada a los resultados económicos, es decir, a los beneficios. Pero ¿cuál es la diferencia que radica entre el Compliance y la ética empresarial? ¿En qué se distinguen ambos conceptos? ¿Y qué relación guardan con la cultura organizacional? A veces estos términos se pueden confundir fácilmente, y es importante diferenciarlos para poder aplicarlos en el contexto adecuado.
En el último ComplianceKeys#25, se definía el cumplimiento normativo o Compliance como el conjunto de procedimientos y buenas prácticas adoptadas por las empresas y organizaciones para identificar y gestionar los riesgos legales inherentes a su actividad, a fin de asegurar el respeto a la normativa vigente y prevenir la comisión de delitos en su funcionamiento. En otras palabras, el cumplimiento normativo no puede entenderse únicamente como la implantación de políticas y procedimientos orientados a cumplir la legislación vigente; su efectividad depende, de manera decisiva, de la implicación activa de todos los miembros de la organización, especialmente de la alta dirección y del órgano de gobierno. El denominado tone from the top resulta crucial: los líderes deben predicar con el ejemplo, ejercer un liderazgo ético y transmitir, a través de sus decisiones y conductas, la importancia del cumplimiento como un valor estratégico y no solo como una obligación formal.
Precisamente, aquí cobra relevancia la ética empresarial, que trasciende el mero marco regulatorio y se centra en el conjunto de valores, principios y normas morales que orientan la actuación de las personas en el desempeño de sus funciones. Integrar la ética en la cultura corporativa significa asumir estándares de comportamiento que proyectan hacia el exterior la identidad de la organización y consolidan la confianza de sus grupos de interés.
Una de las herramientas para formalizar la ética empresarial es el Código Ético, documento que conforma el alma de una sociedad y que recoge los principios o valores que deben inspirar las conductas de los integrantes de la organización. El Código Ético, se podría definir como la piedra angular de una cultura corporativa positiva.
La ética empresarial tiene como objetivo impulsar la construcción de una auténtica cultura organizacional. Esta puede entenderse como la “personalidad” de la empresa, en la medida en que influye directamente tanto en el comportamiento de los trabajadores como en la forma en que la organización se relaciona con sus clientes, proveedores y demás grupos de interés.
La relevancia de la cultura organizacional se proyecta en dos (2) ámbitos fundamentales: el interno y el externo. En el plano interno, se manifiesta en las dinámicas de relación entre los propios empleados, condicionando el clima laboral y la cooperación dentro de la entidad. En el plano externo, se traduce en la actitud social de la empresa, es decir, en su comportamiento y proyección hacia la sociedad y el mercado.
Entre los elementos esenciales que configuran esta cultura se encuentran la normativa interna, la estructura de poder, las relaciones entre los miembros de la plantilla y, de manera especialmente significativa, los valores corporativos que orientan la toma de decisiones y el estilo de gestión de la organización.
En este sentido, la construcción de una cultura organizacional coherente actúa como el complemento natural del Compliance, asegurando que este no se limite a normas formales, sino que se traduzca en conductas y decisiones responsables que representen los valores de la organización.
En definitiva, parece razonable afirmar que la integración de los tres (3) conceptos anteriores – Compliance, ética empresarial y cultura organizacional – no solo contribuye a la prevención de riesgos legales y reputacionales, sino que también promueve una cultura de integridad dentro de la organización. En el contexto actual, donde la transparencia y la honestidad cada vez son más demandadas, manejar el riesgo reputacional es clave para mantener la credibilidad de una empresa.
En este contexto, la gestión del riesgo reputacional se erige como un elemento esencial para la sostenibilidad de cualquier organización. Una reputación sólida se traduce en confianza, seguridad para los grupos de interés y, en consecuencia, en mayores oportunidades de negocio. Su protección exige ir más allá de una reacción ante crisis ya materializadas: requiere la construcción de una ética empresarial sólida, una cultura organizacional coherente y un sistema de Compliance eficaz que, de manera conjunta, permitan prevenir, detectar y responder ante posibles incumplimientos.
De esta forma, el verdadero reto para las empresas consiste en armonizar la búsqueda de beneficios económicos con un compromiso ético inquebrantable, demostrando que el buen gobierno, la integridad y la toma de decisiones responsables constituyen la base de un éxito sostenible y perdurable.
Departamento de Compliance de Molins Defensa Penal.